PROTEGE TU VIVIENDA, PROTEGE SU HOGAR

Los gatos se caen y se pierden, se lesionan y se matan.


Eso es una realidad y las personas que nos dejamos la vida por los animales, sabemos que no es algo ficticio. Los gatos no están viviendo en la naturaleza, viven en pisos donde la altura que alcanzan no la hallarían en su medio natural. Los edificios pueden llegar a ser muy altos, en los espacios en los que el gato se movería en la naturaleza no suele enfrentarse a este tipo de alturas y, además, no tienen una noción clara de lo alto que se encuentran porque no han ascendido por el edificio; no es lo mismo que cuando se sube a un árbol, en el edificio se encontró de repente.


Ellos han adaptado muchos aspectos de su naturaleza felina para vivir con nosotros y nosotros también debemos actuar hacia ellos en consecuencia, modificando y adaptando nuestros hogares para que estén felices y seguros.


Los gatos jamás pierden su instinto cazador, por no hablar de su curiosidad innata, ni su pasión por las alturas y por trepar.
Al margen de que sea tímido o miedoso, esté o no esterilizado, va a hallar el modo de conectarse con el exterior.
Cierto es que tiene una habilidad equilibrista asombrosa hasta la vejez, momento en que pierde estas capacidades, incrementándose exponencialmente el riesgo a las caídas desde ventanas o terrazas.

Pero además, por muy joven o hábil que sea, las superficies de las terrazas, de los balcones, ventanas y alféizares no tienen las rugosidades habituales de la naturaleza, siendo más resbaladizas para sus almohadillas y difíciles para que el gato quede sujeto con sus uñas (máxime si además se las cortamos).


Todos estos aspectos hacen que una ventana abierta, una terraza, un jardín, sea un peligro elevadísimo para cualquier gato, con independencia de su edad, de su carácter, de sus experiencias previas o de si está o no esterilizado: saldrá al exterior tarde o temprano para ser el felino que nunca deja de ser o se caerá al vacío en el momento menos esperado.

Las asociaciones no dejamos de recibir llamadas de personas desesperadas que buscan a su gato: «se cayó, se perdió«. Los veterinarios no dejan de atender graves secuelas físicas por caídas, atropellos, envenenamientos, ataques de perros. las caídas son tan frecuentes que los veterinarios y los expertos felinos le han puesto un nombre: Síndrome del gato paracaidista o Síndrome del gato volador.

Todas estas circunstancias se traducen en que, en el mejor de los casos, al gato no le pase nada o se haga lesiones superficiales, pero, incluso así, lo más probable es que se asuste y pase días escondido en la calle que no conoce y, aterrorizado, se pierda, pueda morir de hambre, atropellado, etc….

Cada vez son más las asociaciones que no entregan un gato en adopción si previamente no se ha protegido la vivienda contra caídas y escapadas. Lógica consecuencia de la ética y responsabilidad inherente a la naturaleza de la asociación: protección de los animales. El trabajo de las asociaciones no consiste únicamente en encontrarles un hogar, también tenemos la obligación de concienciar, informar y promover la tenencia responsable. Por otra parte, no se rescata un gato y se lucha por su vida y porque tenga una segunda oportunidad para que después a una tercera persona se le caiga por la ventana y se le mate.

No se debe tener un gato en casa si no se puede o no se está dispuesto a acondicionar ventanas, terrazas, balcones, patios y jardines para su seguridad, de la misma manera que no se debe tener gato si no se le va a poder alimentar: no se trata de una posibilidad, se trata de una necesidad.

Muchas personas nos dicen que no ventilan sus casas, que en verano tienen aire acondicionado, o que no les importa vivir abriendo y cerrando puertas echando fuera de la estancia al gato cuando van a ventilar una habitación. Se olvidan de que hay otra razón tan importante como la seguridad:

!!! LOS GATOS, como los humanos, NECESITAN RECIBIR EL SOL DIRECTO Y EL AIRE, Y ESO, CON LAS VENTANAS CERRADAS, NO ES POSIBLE !!!

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